viernes, 5 de julio de 2013

Calles de la memoria, de Carmen Guarini; creatividad contra el olvido

La veterana documentalista argentina Carmen Guarini aborda en este nuevo documental, Calles de la memoria, el tema de los desaparecidos de la dictadura desde dos nuevas vertientes nunca antes tratadas: la de la perspectiva de los alumnos extranjeros de un taller de cine y la de quienes no vieron a ningún familiar suyo afectado por ese horror. Los testimonios sobre memoria y sentido común frente al olvido forman una experiencia muy interesante para la reflexión. Estreno en Buenos Aires el 4 de julio. Sala Lugones Teatro San Martín (diario) y Malba Cine (sábados).

Durante la celebración de un taller de cine de corta duración, Carmen Guarini les propuso a sus alumnos latinoamericanos y españoles trabajar en torno a este tema a partir de la colocación que muchos familiares de desaparecidos han realizado de unas baldosas en las veredas (aceras) de Buenos Aires para recordar a esas víctimas del terrorismo de estado.

La realizadora nos explica en diálogo con Cinestel, la génesis de esta original experiencia:
“Lo que me interesaba básicamente tiene que ver con que en el contexto de un taller de cine encontré una oportunidad interesante de ver a través de esas miradas de alumnos extranjeros que venían a Buenos Aires a hacer un taller de cine, cómo ellos veían este tema de lo que significa la producción de memoria en Argentina que es una actividad muy presente, muy fuerte, por todo lo que mucha gente ya sabe que ha pasado aquí, entonces, la expresión de las memorias, la aparición y el surgimiento de estas baldosas por la memoria en las calles de Buenos Aires, me dio la ocasión por un lado a mí misma de tratar de entender esta nueva marca que comenzaba a aparecer y, al mismo tiempo, trabajar esta idea de cómo otros no argentinos veían esas marcas.

También quisiste profundizar en la visión de aquellos que no tuvieron familiares víctimas de ese terrorismo de estado.
Son dos temas diferentes. Por un lado, uno de los ejes de todo mi trabajo que en realidad, más allá de haber estado afectado directamente por ese terrorismo, de algún modo esa circunstancia la sufrió toda la sociedad argentina, aún incluso aquellos que lo niegan, pero por eso mismo realmente existe una militancia, sobre todo de las jóvenes generaciones, en torno al tema de la memoria, aún cuando no hayan sido afectados directamente por estos efectos.
Aquí apareció una doble cuestión, una el hecho de que los chicos que participaban del taller, las jóvenes generaciones que no habían sido afectadas directamente, pero además estaba el caso de que muchos de ellos no eran argentinos. Entonces apareció la posibilidad de una doble distancia con el fenómeno y me resultaba interesante ver cómo ellos veían ese fenómeno desde esa doble distancia.

A quienes nos ha preocupado desde hace mucho tiempo este tema, nos es difícil entender que haya gente que, aunque no explícitamente, sí que con su silencio haya apoyado lo que ocurrió. ¿El documental también habla de esas personas?
Sí, para mí un fenómeno interesante y una de las cosas que estos últimos años yo he querido tratar de mostrar en algunas de mis películas el tema de memoria (es el caso también de otra que se llama El diablo entre las flores), es precisamente el tema del olvido, de este olvido social, voluntario, que aquí en Calles de la memoria aparece como más evidente, más expresado incluso por algunos, personas que son interrogadas en la calle y dicen: a mí no me interesa. Ese es un hecho existente pero que es parte también de un proceso de memoria en ésta y en cualquier sociedad.
En realidad, la memoria precisamente es una construcción en donde lo que aparece es el choque de memorias, esas luchas por memorias que quieren instalarse, tanto los que quieren olvidar como aquellos que necesitan y entienden que la rememoración pasa por una reivindicación de justicia.

En Calles de la memoria hay una señora que pregunta si hay que pagar por eso de las placas. ¿Esa señora habla más de ella misma que del tema de los desaparecidos?
Sí, la verdad es que esto fue al mismo tiempo un acontecimiento un poco gracioso porque esta mujer no escucha bien, no entiende bien y pregunta si hay que pagar por eso. Inclusive, hay algo que a mí me gustó mucho de sus palabras y es cuando pregunta ¿y cómo hacemos para recordar? y ahí la joven española le dice ¡y usted la mira y recuerda!, entonces parecía una cosa hasta absurda y, sin embargo, después esta mujer tiene un giro dentro de su misma intervención donde ella dice ¡yo no abrí la puerta, por eso a mí no me llevaron!, osea, hay en algunas personas una confusión bastante intensa de los acontecimientos. Desconozco qué le ha pasado a esta señora, si esto es verdad o es parte de una fantasía, pero al mismo tiempo son todas frases presentes en la sociedad y esto es lo que me interesaba de esa escena, por eso la guardé, y es muy fuerte esta cuestión porque son justamente esas frases que componen el imaginario de una época.

Los familiares también quieren que a través de estas baldosas haya una memoria sobre lo que ocurrió y se menciona en algún momento algún trabajo de concientización en los colegios. ¿Piensan ellos continuarlo?
Sí, esto continúa, la actividad es permanente y de hecho en muchos colegios son los mismos profesores quienes introducen como actividad esta idea de fabricar alguna baldosa por gente que alguna vez pasó por esos colegios y hoy están desaparecidos, entonces es un homenaje y al mismo tiempo una forma de transmitir la memoria. En el caso, en realidad no está desarrollado porque había muchas situaciones en las que esto mismo se daba y finalmente la baldosa termina siendo en sí misma, en su fabricación, en su colocación, una actividad repetitiva. Es siempre la misma, aunque siempre distinta, porque obviamente las historias de esos desaparecidos son diferentes pero, de hecho, recientemente asistí e inclusive filmé unas colocaciones por periodistas desaparecidos y entonces se colocaron unas baldosas en unas puertas de los diarios en los que ellos trabajaban, osea que ahí todo el tiempo es una actividad que evidentemente tiene que ver con una construcción que involucra más a quienes participan y por supuesto pues, indirectamente, involucran al que pasa por la calle. Esta es la idea también de la baldosa, de que interpele a la sociedad, a los transeúntes desde la cuestión cotidiana, desde la vida cotidiana.

Y muy importante también que los familiares no solamente quieren que se coloque esa baldosa sino también mantenerla porque también hay una parte de sí mismos dentro de esas letras y de esos colores.
Y es que justamente como los cuerpos no han aparecido, son mayoría, en su mayor parte para el familiar si bien no tiene el carácter de una tumba obviamente, no es la idea de la baldosa, al contrario, es como una marca de vida no de muerte pero por lo mismo se ofrece como un espacio simbólico en donde se puede situar el recuerdo de esta persona que ya no está, entonces allí es una marca importante para un familiar saber que ahí por lo menos está mencionado el nombre de algún ser querido.

Es importante que los que hacían el taller documental fueran del exterior de Buenos Aires porque le da una visión más desprejuiciada quizá del tema o más en la distancia.
Sí, yo creo que el grupo ha hecho un aporte interesante, inclusive yo lo marco un poquito en alguna escena donde digo que ellos colocaron la cámara en lugares que a mí ni se me hubiera ocurrido colocarla. Es justamente esta cosa más juvenil, más desprejuiciada. También yo quise que estuviera presente un poco con la alegría con que ellos, de alguna manera, después se empezaron a transformar en sus miradas. Ellos también lo vivieron como algo muy interesante.

¿Crees que el cine documental tiene que continuar innovando también sobre este tema para explicarle a la gente qué es lo que había pasado o para que no vuelva a ocurrir?

El cine documental para mí es una especie como de camino de exploración, de cómo yo me sitúo frente a la vida, frente a las cosas y frente a este tema de la memoria que por supuesto me atraviesa también generacionalmente. Entonces, yo no sé si la idea es tanto explicar como conmover, a mí me interesa eso, conmover al espectador, que se sienta interpelado pero desde la emoción, porque me parece que es el camino. Para explicar hay muchos libros, hay muchos reportajes que se han hecho sobre el tema y que se siguen haciendo y se seguirán haciendo y que son necesarios para entender un poco qué nos pasó como sociedad y esto hay mucha gente que desde otros campos lo sigue construyendo. A mí como cineasta lo que me interesa justamente es esto, encontrar los modos que desde la imagen nos permiten acercarnos a entender un poco este proceso y este pasado que todavía sigue siendo un presente de todas maneras. Me interesa explorar nuevas formas de narrar la memoria.

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